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Desprovistos de vergüenzas y rituales
nos hemos amado extensamente.
Nuestros cuerpos, con sus músculos en fatiga
parecen desarmadas armaduras medioevales.
-Hemos sido tan adolescentes- sonreís entredormida.
-Y eso a quién le importa, pero es cierto
te contesto entredespierto.
- Recién es un día mas.
- Ahá
- Apenas un verano dieciséis.
- Sí
- Qué caluroso mes que es diciembre...
-Naturalmente - agrego, sorprendido, afirmo
y preguntando a la conversación de monosílabos -
¿Sabés que hoy, en este preciso día
hemos dejado que nos abandonen
todas las valentías?.
-Y mañana quien sabrá si exista- reís
levantándote desnuda universal desde la cama,
dejando entre las sábanas, cosquillas acílobres,
esa sutil tibieza de mujer
que desde anoche te acompaña,
jugándote sonrisas de gioconda entre los labios.
Ausentes de palabras, convergentes de distancias
nos hemos dicho todo con las manos y los dedos
con las lenguas y los cuerpos, encendidas las miradas
y un almanaque envejecido
- ¿Te das cuenta? ¡ Hemos compartido un día entero!
Enteramente, hemos resumido las distancias
de los meses más antiguos, años, semanas, días.
El que termina ha sido generoso con nosotros
así es que ¡te doy gracias por esta mañana, madrugada!
por esta Mercedes D’al Francesco tan italiana
hoy reencarnada americana en Huanacache
al simplemente desnudarse de sus prisas más urbanas.
Eso le grito trastornado a las nocturnas luces
de la Cuarta Este que hace rato están durmiendo
esperando por mi parte despertar algún reloj sonámbulo.
Que me digan nomás que estoy borracho.
¡Pero si es cierto, quiero aceptarlo de buen grado!.
Tengo que agradecerle en estos vinos de ternuras
la beodez más importante a esta señora
hoy despertada adolescente
en un muy temprano mediodía,
la pasada media tarde, la reciente medianoche
y un posible hasta mañana,
en que habremos cambiado algo,
aunque más no sea durante un sólo día,
tan único e irrepetible las medidas
de aquellos medios que existían.
Han sido trasgredidas aquellas cantidades
tan sajonas y aburridas que regulaban
nuestros días precedentes que alguien seguramente
nos acusará a vos, por desacato a los relojes,
o tal vez a mí por no atarme el cordón de los zapatos.
Por lo que sea, qué nos importan los medios
o fracciones del ayer, si hoy entre ambos
entre ambos, amor mío, hemos sido plenos.
Eso es lo único que en medidas debemos contabilizar.
Ahora sí podremos despedirnos
decirnos sin temor, hasta mañana.
- ¿Será hasta mañana?
preguntará tontamente alguno de los dos.
A quién le importará saber esa distancia
cuando, con la boca pastosa por taninos
y deseos completados, alguien balbucee
instrascendentes cosas tales como
qué caluroso es este mes...
y el otro le conteste:
Es, que es diciembre...
y el otro le conteste:
Naturalmente...
Y ambos descubramos somnolientas
a las nocturnas luces de la Cuarta Este
que hace rato, también como los párpados
se nos están durmiendo.
...Naturalmente...
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