martes, 15 de diciembre de 2009

Longitud de ternura en Llankanelo

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Sábado, veinte de diciembre, plena madrugada.
Ya no te corre el agua por el cuerpo
ni te sonríe líquido

el verano del deseo por la cara.
Han comenzado nuevamente tus temores por el sol
tus dudas en el otoño, atrapada por la luna
en la alta montaña mendocina de Uspallata.

Apagando las mariposas de tus párpados
impulsiva, con la cercanía de esa luna
pedirás que me aleje de los atardeceres y su misterio
de las garzas y sus vuelos, su cercanía de nostalgias.

Inevitablemente sucederá, lo que siempre me sucede
cuando el agua de tu miedo, rodea a Llankanelo
y contempla desde abajo,
en vuelo rosado a los flamencos.


Quiero dejarte.
Alejarme de una vez y para siempre
de tu dolor de ser montaña
que te aquieta el movimiento
y anónima entre las uvas
detiene la vendimia de los cuerpos.

Inevitablemente sucederá también que arrepentida
viendo las toscas palabras que se caen de mi boca
pedirás con suavidad, hey, Juancarlos Sanches
no era tan lejos que decía y al decirlo
longitudes de tristeza te correrán por los párpados.

Con tus lágrimas de seda
volveré suavemente a los senderos de tu espalda
y en tu cintura a marcarte aún más suaves
ternuras de arropes y dulzuras de patayes por la boca.
También te cubriré el cuerpo
con calor de maderas de jarilla

y con lenguas como fuegos
encenderé atardeceres

sobre el cisne delicado de tu cuello.

Incendios desbocados recorrerán una a una
las latitudes de tu cuerpo desnudado.

Más tarde, después de la luna y antes que el sol
asome su calor por una esquina en la ventana
estaremos nuevamente bajo el agua
descansando de los fuegos.

Ayudaré esta vez, un tanto torpe
a que te saqués el jabón de entre los ojos
desenredarte el pelo con aloe.
También te acercaré toallas y te secaré los pechos.
Sin mirarme, no hagás trampa,
reclamarás como siempre

avergonzada en desnudeces, fingiéndote enojada.
Pero se reirán tus enojos al apartarlos con mis besos.
Así, meridianos de alegrías sonreirán con nosotros.

Ya no te lastimará entonces, la conciencia ecuatorial
de estar envuelta nuevamente en el deseo.
Que desnudos de nuestras ropas muy urbanas
nos contemplemos aún más desnudos de temores.

Ni que se enrieden inútilmente nuestras piernas
haciendo nudos que desaten lo que atan
permitiendo a las caricias suspirarnos por las caras
refrescarse con el agua, entibiarse las miradas
seguir alimentando con deseos nuestros cuerpos.

Así, latitudes de ternura nos correrán por el alma
y una parte de nosotros volverá líquida y arena
a ser parte de los tiempos en lagunas del silencio.

Con el sol y con las lunas por acá por Huanacache
por allá por Llankanelo, longitudes de más tiempos
con nosotros alzando vuelo rodeados de flamencos.

















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Maestro por equivocación, jubilado de la docencia pero no de los aprendizajes, escribidor de textos y poesías, escapador cuando puedo de las alienaciones del System, prisionero de los afectos, esclavo de la honestidad, temeroso usuario de la palabra, contestatario cuando puedo y a veces quiero, especialmente vinófilo de los Rojos de Perdriel, salvo cuando "el agua brota pura y cristalina de la madre tierra", vividor consuetudinario y con suertes extraordinarias. Creo que todavía estoy vivo.En la primavera del 2.010 se me murió la poesía junto con unos cuantos pedacitos de corazón. Pero he vuelto, "cantando al sol como las cigarras", a sobrevivirme.

Así como soy

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