miércoles, 17 de diciembre de 2008

Aishiteru Cosaimas



http://"atardecer en el mar" copiado de: 2.bp.blogspot.com








porqué de tu silencio
me pregunto
porqué las bocas ya no tienen pájaros
quisiera saber
una ala es triste y mustia quietud, dos
son sentimiento y vuelo
quisiera saber el porqué
de tu silencio

¿Será que ya no sueñan las montañas?

¿Que la piedras han roto el arcoiris?


Porqué no sonríes, por qué no
tu risa
si ya reías conmigo
porqué de tus piernas quietas
me pregunto

si ya el aire

Hay un mañana pero hoy no está

quietud de sal estéril la de la luna sin su mar
solo tu mirada está ausente
y sin embargo espero
sin embargo creo
sin embargo pienso

Sigo pensando en los pájaros

La mirada vertical se ha erguido
y canta
un libro que cayó en mis manos
alguien apresurado dirá
es casualidad
Soñando que sueño sueños
murmuro

no
es cierto
no
es
cierto
los pájaros existen

Vos también
y yo vuelo
y yo vuelvo
y yo nada

Intranquilo
insomne
sigo queriendo dibujar el arcoiris
aunque es tarde entre las tardes
aunque la luna sol
jueguen escondidas
y ella oculte su mirada
preocupada
y él la persiga con su risa
desprejuiciada
y ella finja no ver
las naranjas y las risas
y él le encienda la mañana de dulces sábanas
y ella
lo apague finalmente
en el mar

Y sin embargo creo
y sin embargo espero
y sin embargo sueño
que llegue el mar






















viernes, 28 de noviembre de 2008

Día único e irrepetible

















"desnudo" http://www.fineartphotomagazine.com/images/galleries/issue2/slastyonoff/P01.jpg

"maiz": http://3.bp.blogspot.com/blog.eitb.jpg
"sol": 4.bp.blogspot.imagesexa.unne.jpg




Ayer quisiste saber desde hace cuánto
fue que fuimos invisibles partículas de aire
en los altos aires del Machu Pichu.

Qué cantidad de crocantes granos de maíces
tuvimos en cada tambo del Tahuantisuyo.
Cómo fue que siendo allá, en Urubamba,
extensas fibras verdes longitudinales
nos pudiéramos encontrar aquí, amarronados
en las lagunas y esteros del Lavalle siendo
convergentes dulzuras de patayes huarpes.

No lo sabías entonces, hoy te has dado cuenta
que desde siempre te ha sido imposible ponderar
en cuánta cantidad, en qué ritmo vital
hemos estado vos y yo encontrándonos.

Debo yo pedirte tranquilidad, expresar en tus palabras
que sólo es necesario saber que es ahora,
en esta precisa geografía del hoy, donde nuevamente
se está produciendo nuestro encuentro.
Y que si bien es nuestro tiempo este presente,
será el último que nos quede para amarnos
y seguir estando vivos.
En esa indemostrable presunción, creo.

Por lo tanto, vestida huanacache de raíces,
o desnudada urbana de costumbres y ropajes
tendrás que salir a encontrarte conmigo,
definitivamente, y no perderme, como siempre.
No seguir arriesgando a que sea pura suerte
intangibles líneas kármicas lo que nos encuentre
sino, el deseo sincerado de saber que desde siempre,
nadie se habrá amado tanto como nosotros.
Ni en uno solo, en aquellos tiempos de maíces
ni menos, en estos apurados días globalizados,
nadie se habrá dicho tan sinceramente ¡te quiero!
en el instante de un día cualquiera
en el momento tan único a pesar de lo universal
que será irrepetible, permanentemente.

Porque hasta el aire es finito
en los altos aires del Huancayna Picchu,
en cada rincón del Tahuantisuyo.
Y algún día se acabará el verde
de las fibras verdes del Urubamba
Y secarán faltándoles el agua
las milenarias lagunas del Lavalle huanacache.

Cuando esas finitudes nos sucedan,
y sucederán sin duda alguna,
infinitamente, aunque también indemostrable
solo quedará de nosotros
el tiempo que hayamos sido amantes.

martes, 25 de noviembre de 2008

Esquinas inservibles de las casas

i181.photobicket.com








tango7.jpg.Foto Rodrigo Cabral






En las huellas antiguas de las manos
volvés a impedirme preguntar
si será la edad
lo que nos separa en el presente,
o la senda futura de tus piernas.

Vuelve como antes,
tu natural naturalidad a explicarme
que sólo el hoy, es lo importante.
Innecesario
buscarle torpes explicaciones
al futuro del deseo.

Deseable sí,
que estén sobre la mesa nuestros cuerpos
horizontales,
sobrios de futuro,
o embriagados de epitelio.

Consiento.

Desnudos o vestidos
pero naturalmente naturales.
Eso es lo único que importa.

Esa única cantidad.

Es tan cierta esta certeza.
Tautológica.
Como imposible mensurar la entrega
cuando nos permitamos ser capaces
de disfrutar sin medidas,
el amor y las pasiones.

Inventar en carruseles
los siete sentidos sustentados.
En sabores de oliva y aceitunas,
tus arábigos pezones.

Mis labios de gitano con tu boca
en carmines de manzanos.

Por la cara
acidez de limas y verdes de limones
haciéndonos cosquillas entre los dientes.

En los oídos,
redondos caracoles de tibiezas.

Sobre la sequedad de nuestra piel
abundante en humedales
todo el sonido de los mares desatados.

Todo esto que te digo
importará solamente
cuando termine
este verano en el desierto.
Pero sobre todo,
cuando el verde de las piernas
se nos vuelvan grises
en sus andares ciudadanos
y se pierdan neutrales las miradas
en las esquinas inservibles de las casas

sábado, 18 de octubre de 2008

Los dioses están entre nosotros











1) Diosa de la Lluvia, escultura Huaxteca; 2) Silenus-Bacus Terraniensis; 3) Misha by Slastyonoff-Domai; 4) Ninfas y sátiro, de William Adolphe Bourguereau;




Octubre. Ha pasado un año desde el último. Y meses, desde la última vez que nos hablamos. Desde la ventana del blog sigo esperando que, al menos, me deje un comentario. Inútilmente, aunque sé que me lee. Han pasado tres meses, ocho semanas, algún período de tiempo, indefinido pero preciso, desde que subí el último post.
Nostalgia, saudade, melancolía, sinónimos de esas cosas habituales en mí.
Entró a la sala del chat y escribió: "pensé que ya no querías saber más de mí".
Contesté, sí, ya sabés... esas tonteras. Infantilidades mías. Algo de eso. Defecto humano.
Pareció sorprendida. Quizás esperaba que yo la atacara, recriminara, insultara. Algo de eso.
- ¿Tal vez podamos juntarnos para hablar, recordar cosas?- pregunté con dudas.
- Sí. Estaría bueno - pareció entusiasmarse.
- Vienen las vacaciones de julio, así es que tendremos tiempo... ¿Te pinta...? .
- No, no – escribió - Sé que te vas a calentar, pero no puedo hasta dentro de una semana. - No. Mejor dos, o mejor aún, tres. Sí, sí, hasta dentro de tres semanas. Y ahí vemos.
O sea, volvía a lo de siempre desde el último verano y después de los jazmines.Patear hacia adelante, no vernos, no hablarnos.
Una fugaz, lacónica pregunta en el chat: “¿qué hacés...?.” Dos palabras , ocho vocales, algunas consonantes.Así fue que comenzamos. Hoy pienso que querría olvidarla por fin. Desterrar para siempre la memoria epitelial que la contuvo. Pero antes, volver a tomar con ella una última cerveza, negra. ( Le encanta la cerveza, pero negra. La cerveza, obvio, sería una excusa ).
- ¿Por los viejos tiempos, te pinta?

Un pack de Barba Roja, esa malta especial y morena, artesanal, es lo que había traído de Santa Fe, para festejarnos después de la primera vez. Y una jarra litrera, en cerámica natural San Lorenzo, el mejor envase para tirar una cerveza con espuma, con un asa grande para sostenerla con seguridad y una boca ancha para que los labios quedaran con espuma sobre ellos.
- Tengo un moustache blanche - dije riéndome.
- Mustach blanc - me dijo ella con seguridad, porque sabe francés. Y otras románicas.
- Todas vienen de cuando Roma era una pequeña aldea" - había dicho - Francés, catalán, gallego... Latín, obviamente.
Pero en ningún idioma quiso llevarse la jarra a su casa. Dijo: Aleph, Beth, buena ama de casa es más más valiosa que las perlas; el corazón de su marido debe confiar en ella, citando las dos primeras letras griegas del Libro de Los Proverbios.
- Mi viejo, vos sabés, no debe sospechar.
- Entiendo - dije yo, creyendo que entendía. Ouí.Ces't 'l'importanté. Ella se rió por mi pésimo francés, románico o no. Era octubre. Octubre del año pasado. Los jazmines en parra de mi patio habían empezado a prepararse para aromar el nacimiento del verano con sus azahares.
- Juntémonos para hablar, ¿ah? - le había preguntado un año después de aquello, pero en castellano.
- Sí, sí. Por los viejos tiempos. Después de todo, nos lo merecemos, ¿verdad?
- Claro - dije yo - y tomarnos una cerveza negra en la vereda de algún bar, de alguno de los muchos que hay por acá, pero en la vereda, donde se pueda fumar todos los cigarrillos que se quiera. Que yo quiera. Porque yo fumo y mucho. Ella no, pero no le molesta que fume. No se puede en espacios cerrados. Una ordenanza municipal y una ley provincial prohíben fumar en lugares públicos.
- ¿Prohibido fumar, acorta la vida, peligroso para la salud?. Los cerdos burócratas cuidan la salud, por la vida - había dicho ella - pero nada dicen de las 2.58o personas asaltadas con violencia, de las 36 que mataron violentamente, de las 4 violaciones y sus embarazos violentos, ni de las subrepticias escaladas donde entregaron fotos de sangre y pu trefacciones a las dos menores violadas para que no abortaran diciéndoles que el aborto es una violencia extrema. Pero ni una palabra de la extrema violencia de la violación. Extraña gente estos humanos que se preocupan del humo de un cigarrillo.
- Sí, coincidí yo. Nos prohíben fumar y antes nos prohibieron hacer el amor en vez de la guerra. Sí, extraños somos, acuerdo con vos. Hoy, nos venden la guerra como un artículo de necesidad y urgencia, por designio de Dios. De Dios-doble-v Bush, dije.
- No. Son humanos muy humanos. Caricaturas de dioses, insistió ella en Altos del Potrerillos, sobre la boca de un manantial extraña, antropomórfica, inquietantemente femenino.
- Es una de las diosas del agua. Huaxteca - contestó su voz a mi mirada - De su orgasmo intenso nace esta agua pura y abundante. Hay una exacta representación de ella en el Tecnológico de Ciudad Madero, completó mi interrogante esbozando una línea de sonrisa, mientras recorría con sus manos la forma del sombrero vúlvico. Suspiró. Otros humanos, en diferentes culturas, las llaman Ninfas, o Núberes, o Knospes...Mayu Maman le decían los antiguos diaguitas, pieles oscuras, diosas rubias... suspiró aún más profundo. Quishuas andinos, grecos mediterráneos...es el mismo simbolismo hídrico... la fertilidad, la vida. Todos venimos de la misma fuente, del Agua. Ella es nuestra Madre - dijo deshaciendo las tiras de cuero de sus sandalias, mientras miraba un tanto preocupada hacia atrás.
- Por aquí cerca andan los sátiros, con sus vergas siempre listas. Lujuriosos. Insaciables, dijo subiendo la vista hacia la falda de la montaña, como si los estuviera viendo encabriolarse entre las fumarolas que trepaban el amanecer desde la vega.
- Los humanos son extraños - volvió a repetir, ensimismada, ya con los pies desnudos danzando sensualmente dentro del agua borboteante, que parecía cantar acompañando el movimiento - Algunos quieren ser dioses, y lo echan todo a perder, dijo con sus manos en el agua y la mirada otra vez más allá de sus ojos.
- Altos del Potrerillo es español, insignificante, contemporáneo, superfluo.
Luego, sin mover los labios, en suave letanía, pronunció algo así como "chuyachiy... yaku ". Yaku es agua en quichua. Y Yaku´i es el espíritu que en forma de flauta canta en el fondo del río. Eso es Kamaiura, del Amazonas. Pero las Amazawn...
Se calló entonces, pero sus piernas siguieron cantando movimientos, entrando y saliendo entre los borbotones crujientes y helados.
Un año después desde aquel entonces, negligencia de los operadores, humanos, obvio, hubieron dos derrames tóxicos y contaminaciones diversas de aquellas aguas de antigua pureza, pretéritas de insignificantes españoles y trascendentes quichuas. Kilómetros abajo de donde estábamos, las aguas del Río Mendoza, arrastraban terrosidades y suciedad. Era octubre y habían comenzado los deshielos.


- Sólo agua, gracias. Un vaso con agua - me había dicho después de hacer el amor la primera vez. Y fumamos. Yo, fumé. Después de beber un jugo natural de naranjas, con un poco de vodka. No, no era vodka, era ron. No ron cubano. No un Habana Club ni un Guayabita. Ni un Black Jamaica. (Los cubanos son mejores, el Guayabita el más sabrosón, pero a ella le traían malos recuerdos, y acá no se consiguen, ni el cubano ni el jamaiquino. Me refiero al ron).
- Naranja y un Guayabita para mí. O un mojito a la Vicenzo. ¿Y para vos?
- Agua. Natural. Un vaso. Gracias.
Bebidas adecuadas a la historia de cada uno, para después de hacer el amor. O durante. O antes. Pero cuando quiera que fuese o bebiese, que le sirviera para olvidarse del chileno nacionalizado cubano y de su ron, porque la tuvo mal de amor. Muy mal.
- La puta madre que lo remilparió a ese hijo de mil puta. Ojalá que la verga se le pudra. Es lo menos que le deseo - me contó en el chat. A la puta madre que lo parió, o hacia donde la profe le mandare o mandase los Oceánicos huracanes que lo barrerían del mapa. O de Chiapas, o Tenochtitlán, o donde quiera que estuviera o estuviese haciendo sus defecaciones académicas, y/o sus defecciones políticas y/o sus cagadas afectivas, "pero que la chota se le caiga a pedazos. Y aún así, no sufriría lo suficiente", dijo con furia en su mirada y en su voz.
Yo pensé, lástima, qué mala suerte lo que les pasó, porque ella, como yo, adora cuba y a los cubanos. Yo, más a las cubanas, obvio, sobre todo a María de Los Mares. Bebiendo naranja y ron, o un mojito a la Vicenzo, y ella agua clara y natural. María de los Mares no. Ella sí bebía ron cubano. Y de qué manera.
Bebidas refrescantes y estimulantes, para después de hacer el amor, o durante, o antes, como quiera que sea fue a causa de Cuba y los cubanos que el 26 de julio del año pasado la había descubierto en el "escritodesdeacá.com.ar".
(El foro es muy bueno, por si les interesa el dato, y además, tiene el bonus trak de cantautores originales acompañando algunos de los escritos).
Aunque participo frecuentemente, siempre he desconfiado de esos virtuales, mentirosos e improbables lugares como sitio para descubrirse el alma, al menos el de una Nereida.
- ¿Porqué el nombre si se puede saber?
- Es un pseudónimo, de mi primer cuento corto. ¿Lo leíste?
- Nop, he estado un poco encerrado últimamente, ya sabés, esas cosas mías. Así que... ¿Una Nereida?
- Nereidas, en realidad... Eran cincuenta, las hijas de Nereo y de Doris.
- Ah, claro, diosas, como vos - dije yo. Ella se sonrió con esa sonrisa misteriosa.
Su boca sonreía, no sus ojos.

Nombre de diosa, más que de escritora, a Nereida la fuí descubriendo a partir de octubre, cuando, en un coffe-bar, frente al Hospital de los Españoles, le agradecí a la tecnología el haberme permitido conocer a la mujer real que sustentaba el alma de la persona que en la ficción se llamaría Nereida, y que en la realidad de la ficción, la mujer novelista había creado para protegerse del Baco-Sileno que yo encarnaría cuando ella descubriera la abundancia de botellas de Jamaica, Chile, Venezuela y Puerto Rico que guardaban en su interior el aroma de las mujeres que habían viajado de la virtualidad de los chats a mi cama, o escapado de las sábanas para volver a la virtualidad.
- ¡Pero si sos un mujeriego! - habría exclamado Nereida al contar una por una las botellas de ron, de vodka y de bourbons que desfilaban mi prontuario frente al espejo del bargueño, aquella primera tarde de octubre. Después, nuestros encuentros fueron tan seguidos como las primeras páginas de su novela "Los dioses están entre nosostros" y tan urgentes como las últimas de mi "Antiguos Soles". En este año que pasó, su novela llegó a la imprenta tan rápido como la mía al cesto de los papeles. Ambas tuvieron el destino que mejor se merecían.

Antes de aquella cerveza frente al Hospital de Los Españoles, mucho antes de tomar nuestro primer vaso de agua clara ella, y naranja y ron yo, y mucho antes de hacer el amor, obvio, es que ella había comenzado a entretejerme el epitelio con nudos marineros, aunque virtuales.
Virtuales pero contundentes, las palabras de Nereida encendían el fuego del Jasón y de cuantos argonautas como yo la leyeran. Y mucho más, si la conocían, supiesen nadar o no en las aguas de su sensualidad, fuesen o no en busca del estúpido vellocino de oro, en vez de las perfectas curvas de su cuerpo.

Lo nuestro había empezado en el chat. Yo tengo banda ancha full full. Ella, conectaba desde el cíber que está a una cuadra de su casa, "lejos de la mirada de papá", escribía:
- "¡Yo no tenhp fltss de prtpgrafía, es éste teclado verga!"( m.sic)
"La elección en el recotorado está para el culo. Te digo más, si lo eligen a Perez Narvaez como decano, voy y me corto una teta"( f.sic);
"los putos consejeros de la facultad me chupan un güevo" (p. sic);
"yo no soy una de esas minas histéricas como la titular de Historia Antigua y Medieval. O la Decana. A ellas les falta una buena cojida. Con una verga así de grande".(f.sic). Y ampliaba a considerable distancia sus manos de dedos finos y delicados.
- ¿Y vos? - Pregunté yo, entrelazando esos dedos, más de artista que de escritora.
- Yo, no. Cuando quiero cojer, voy y cojo. ( sic y sic)
Decía eso y su sonrisa ya no era sensual, sino exquisitamente intrigante. Su sonrisa. No su mirada.

Me asombraba su lenguaje desprejuiciado de falsos convencionalismos en las conversaciones reales, tanto como me apasionaron los diálogos de su novela entre Silenus – Gilgamesh por Oréades, y la mezcla de Afrodita, Artemisa y Hestia, para nada Hera, aunque Nereida fuese más real que el cubano-chileno “Gilgamesh” ( su seudónimo de escritor) El pseudónimo, el pseudo escritor, mejor dicho, es el que había seducido primero, luego hecho perder la virginidad, y más tarde puesto, a la entonces estudiante de literatura, una docena de cornamentas entre Varadero y la Habana Vieja. El real escritor Robin Wood había hecho del Gilgamesh de historieta un tipo solitario, seguramente una necesidad del guión, pero en la historia que a Nereida le dibujó para la tesis el cubano, una suerte de animée, el Inmortal parecía un súper héroe al estilo de...
- ...las historietas yanquis, donde los súper héroes son súper putos. Aunque entre los calzoncillos amariconados les muestren un bulto que pareciera un vergón.
- Pero si en el café vos me dijiste que él...
- Es el más puto de todos. Me chupa un güevo su opinión.
- Un ovario, en todo caso. Sería más apropiado.
- Ahá, sí, pero no suena igual. Menos ahora. ¡Y dejá de mirarme el culo!

Me gustaba su lenguaje desprejuiciado y pendex, el cual sin embargo, escondía tabúes contemporáneos y unas paradójicas y freudianas contradicciones relacionadas a su...(Acabo de notar que no me gusta cómo suenan en el texto las palabras escatológicas. Raro, pero cierto. Lo mío debe ser algo freudiano también).
Lo concreto es que ella era desprejuiciada en el lenguaje de las palabras y yo en el metalenguaje de los cuerpos. Me excuso de detalles acerca del tal metalenguaje basándome en el clásico de Epiménedis el Cretense y en lo aseverado por Russell en su introducción al Tratatus Logicus Philosóphicus de Whitgenstteins, "lo que puede ser mostrado no puede ser dicho". O sea, está claro, ¿no?.
En cuanto a lo formal de nuestra relación y por la cual llegamos a las sábanas a pesar de la cerveza negra, o mejor dicho a causa de ella, yo reía cuando hacíamos el amor y ella había dejado de llorar cuando lo hacía. Algo freudiano, sin duda, además del metalenguaje. Pero no hablábamos durante. Sí antes. Mucho. Y bastante después de. Durante, no le gustaban las luces fuertes. En realidad, ningún tipo de luz, y menos que viera su cuerpo desnudo, ni que alabara sus piernas, ("esas largas sinusoides singularmente perfectas") y menos cuando venía de su sesión con el siquiatra. Con la psiquiatra. Psicóloga. ¿Cómo se llamaba, se llama?. ¿Sería cierto que iba a la sicológa, a lo de... ¡Marta! ¡Se llamaba Marta Pincolla!
- Raro nombre - había dicho yo ¿Es mapuche?.
- No, Pincolla... La Pincolla, así la nombran los humanos de la Isla de Chiloé. Es otra semidiosa - había dicho ella con esa expresión intrigante. De su boca, no de su mirada.

¿Sería cierto que iba a lo de Marta, fuese Pincolla de origen mapuche o chilota, y que la psiquiatra la encontrara mucho mejor desde que nos acostábamos para hacer el amor, aunque fuese en la obscuridad y en aquellas largas horas del intenso trópico de montaña al amanecer, que Nereida prefería a los tranquilos valles poblados de fértiles uvas del atardecer, porque allí era donde Silenus destilaba sus brebajes para emborrachar de pasión y sexo a las mujeres, fuesen éstas diosas, o simplemente humanas? ¿Habrá existído Marta Pincolla, o sería otro de las desdobleces con que a veces me desconcertaba cambiando abruptamente de psiche?
Por las dudas, sería prudente cambiar el nombre de Marta, ficcionarlo. Tal vez sea cierto que exista. Y si se reconoce en el blog tal vez pueda iniciarme acciones legales.¿Cuáles? No sé, pero no debe gustarle que utilice su nombre y menos que me acueste con una de sus pacientes, eso es seguro. Aunque Nereida dice que debería conocerla, así ella deja de hablar de mí y yo de analizarla a ella. A Marta y a Nereida, me refiero.Respectivamente.

Como quiera que sea, el Silenus de su novela inspirado por mí, fue declarado especialista en culología, ( hablando de metalenguajes y de Freud) y obligado a colocar una placa de cerámica en la puerta de su casa, que en la Creta de la Cuarta Oeste, explicitaba: Licenciado Vicenzo Trentacoste, mediterráneo, experto en culos, y escribiente del tratado fundacional de la PACOLA, Primera Asociación de Culo Observadores de Latino América.
-Del Mercosur sería más apropiado - dije yo.
- Los culos de las brasileñas son perfectos - dijo ella ensimismida, ignorando mi corrección - Y no es con Pilates, precisamente. No. Esos culos son de diosas: Afrodita, Inanna, Astarté, Turan, Venus, Freya, Ushas. De originalidad Griega, marca románica o contundez nórdica, como quiera que las nombren los humanos, son perfectos.
Sin embargo había gritado ¡dejá de mirarme el culo! cada vez que me sorprendía mirándoselo,
( y siempre me sorprendía) . Y como siempre, me lo decía con furia. En su mirada, no en sus labios.

Ella podía decir culo sin problemas, pero al igual que Atenea, que nació armada de la cabeza de su padre, así ella podía recurrir al suyo para batallar un estentóreo "¡Papáa, aquí están comparando mi culo con una frutería!" (Yo había escrito, y se lo estaba leyendo: “crocante redondez, manzana del Tunuyán...” Era por celular que estábamos hablando, ella estaba por comer una horiatiki, toda aderezada, obviamente, en aceite de oliva, y acompañado de queso Feta). Ahí fue que pegó ese grito y se oyera claramente la voz recia de su padre siguiendo con la "broma" ¡el que se mete con el culo de mi hija será decapitado sexualmente!
El padre podría decir culo sin problemas, como la hija, pero a mí el teléfono se me cayó de las manos, y "el rojo de los atardeceres en Potrerillos" fue demasiado pálido ante el incendio de mi cara, aunque nadie me estuviese viendo. Pero sí escuchando, nada menos que su freudiano y greco progenitor. El mismo que supuestamente nada sabía que era yo, no el Silenus- Baco de ficción, sino el Vicenzo por el cual, en octubre del año pasado, por ese “obscuro objeto del deseo”, la Nereida real había derramado sensualidades de Afrodita en el mar de mi humana cama de la Cuarta Oeste).

Pensándolo bien, siempre fue desprejuiciada en el lenguaje, pero, no en el momento de hacer el amor. Ah, y casi siempre, subconcientemente ¡o no? algún hiriente chascarrillo antes, o después de hacerlo, hacia mí: "Vas a lo de La Turca porque es un boliche gay, no porque actúen tus diálogos del "Zen o no Zen" (una pretendida farsa bizarra, única obra mía que ha llegado a la luz pública); Tenés un hermoso culo, deberías actuar ahí, en vez de escribir.
- Tomate el palo - me enojé esa vez.
- Pero si tu culo es menósculino y masfeménino - dijo ella mirando hacia la nada. Serías más famoso que Florencio de la Vego. Pero usá un seudónimo más apropiado. Vicenza Trentacoste suena a vieja bigotuda .

Ese tipo de "chanzas" me incomodaban mucho. Siempre se lo dije, porque yo podía extasiarme con su derriére-crí, pero no nombrarlo, ni hacer evidente que lo miraba, ni ponerle diestra u siniestra sobre él, y menos tomarla por allí previo a llevarla a la cama ¡y mucho menos “lo otro”! - aún recuerdo el golpe de rodilla con que me bautizara las gónadas - aunque después hiciéramos el amor, y yo no pudiera decir que "cojíamos", verbo que, por otra parte, desterraré para siempre de este escrito. ( Sospecho que cuando escribo, ella me espía, temible y certera, por sobre el hombro.)

En octubre los jazmines de mi patio comienzan a largar hojas secas preludiando la floración que para noviembre inundará de blanco y embriagante aroma de azahares el patio de roja baldosa españolada. Debajo de aquellos fue que tuvimos las largas charlas en que ella hablaba, con sencilla naturalidad, por horas y sin cansarse, de los dioses griegos. Y de las diosas, obvio.
(A pesar de su encantadora y desconcertante juventud, en que el tiempo parece no suceder nunca, ya es profesora y doctorada en historia y literatura antiguas, y con sus rulos desparra mados por la cara, idéntica a La Gioconda). Pero más hermosa, aunque igualmente misteriosa. Exquisitamente griega en las sinusoides, un tanto más delgada que las del período clásico, en suma, inquietantemente griega. Como el padre. En la mirada, en la voz, y en el todo de su cuerpo, respectivamente.

El cuatro de octubre (de este año, obvio) la ví saliendo del Banco Nación, en compañía de un tipo atlético, alto, muy alto, soberbiamente canoso, trajeado de ejecutivo yuppie. A la vista, mucho mayor que ella. Nereida, con una camisa fresca y entreabierta, y ese jean ajustado, de tiro muy corto, que mostraba muy insinuante la perfecta redondez de "su". Ella caminaba al lado del tipo mirándolo, no como la diosa que es, sino como la mujer común, mortal y simple, mira embelesada a su amante. Aunque estuvieran por la calle, y nadie pareciera darse cuenta del detalle. Para mí, inquietante detalle.
Yo toqué el claxon, pero el infernal tránsito de ese viernes a mediodía le impidió escucharlo. Ellos siguieron caminando por España, yo aceleré hasta Espejo, dí una enloquecida vuelta a la manzana, esperando encontrarlos en la bocacalle frente al ex Banco Hipotecario. Pensaba decirle ¡hola, eh! ¿nos juntamos esta tarde por la cerveza?, aunque por dentro estaba pensando que el tipo alto debía ser, indudablemente, por quién Nereida había dejado de escribirme, pero, sobre todo lo demás, ella había vuelto a llorar y yo empezado a dejar de reír.
Sin embargo al completar el giro, ellos habían desaparecido y los furiosos bocinazos atrás mío me impidieron quedarme más tiempo. Ahí empecé el post. El cuatro de octubre. Quería decirle eso y todo lo demás. Ella contestó exactamente el 19 con el mismo lacónico y fugaz ¿qué hacés? con que todo había empezado un año atrás.
- ¿Sabías que te ví, vez pasada? -dije yo un tanto nervioso. Vos ibas con un tipo alto, canoso, más alto y mucho mayor que vos. Vos lo mirabas embelesada y yo…
- Ya sé- me contestó ella, cortándome - Nos vemos esta tarde.
- ¿Dónde?
- En el Café de los Españoles.
- ¿Tomaremos esa cerveza negra?
- Da igual.
En el café, ese pasillo largo de una sola hilera de mesas, al fondo del costado norte, estaba solamente ella. Y una moza conectada a otro mundo con su MP4.
-Hola, tánto tiempo. Pido una cerveza... ¿Negra, cierto?
- Da igual - dijo ella, abriendo su Note Book, una magnífica y negra Livetti NB. Una cierta inquietud me corrió por la espalda. Algo no anda bien, pensé.
- ¿Así que ahora te dedicás a seguirme.? ¿No tenés otra cosa más importante que hacer, aparte de llevarte minas a la cama con la excusa de la cerveza negra, o el ron cubano?. ¿Qué mierda estabas haciendo?. Mirando culos, seguramente. Bueno, entonces… - dijo ella mientras en un solo movimiento se sacaba los lentes y la remera. Llevaba el mismo brassier de tenue encaje que la primera vez. Luego tecléo varias veces en la NB y se esponjó el cabello, como frente a un espejo. Con esos rulos desparramados por la cara, estaba más parecida que nunca a la Gioconda. Y sonrió, pero no como Gioconda, sino con esa otra sonrisa tan inquietante. Sus labios sonrieron, no sus ojos.

Yo no podía hacer otra cosa que, obvio, mirar hacia todos lados, y estar colorado. Muy colorado. Y sin entender. Aparte de la moza, que seguía enfrascada en su MP4, nadie había para darse cuenta que ella se estaba sacando el sostén y quedaba con sus “pequeños y rosados pechos de pájaro” al aire. Le dije susurrando: escuchame, ¡¿qué estás haciendo?! Vamos a ir en cana. ¿Qué te pasa?
- Siempre quisiste verme desnuda y a plena luz del día - dijo ella con voz de karaoke, sacándose los jeans, esos jeans que tanto le remarcaban la exacta redondez de "su".
-Ey, eh, pero, pero ¿qué hacés? - exclamé tartamudeando.
- ¿Está preocupado el humano fundador de la PACOLA.? - dijo ella mientras que con seca gracia se sacaba también la tanga push up que hacía juego con el sostén. Los anteojos, la remera, el corpiño, el pantalón, la tanga... todo quedó en amontonamiento desprolijo sobre la mesa, mien- tras una descomunal jarra de cerveza, negra, estaba siendo dirigida con fuerza hacia mi boca.
- Esto no está bien, no está bien - creí decir mientras mi boca se llenaba de cerveza y ella quedaba totalmente desnuda , a la vez que seguía tecleando. Sin gracia, sin furia
- Escuchame, Nereida, por favor…- dije mientras se me descolgaba el mustach blanc y mi cuerpo comenzaba a deshacerse, junto con la espuma.
- No soy Nereida – dijo ella mirando, más que a mí, a través de mí.
Luego erguida en toda su espléndida desnudez, se dio vuelta y caminó hacia afuera.
La ví irse, levitando, desde el fondo cada vez más oscuro del largo pasillo, ahora un túnel fulgurante en la dirección contraria. Sus piernas, esas largas sinusoides singularmente perfectas, la llevaron hacia la vereda, que no parecía vereda sino un océano embravecido de negras espumas, por entre la cuales asomaba aquel atlético, alto, muy alto hombre, soberbiamente canoso, aunque ahora también espléndidamente desnudo.
- Es mi papá – me aclaró como si fuera necesario, plegando la Note Book. Él me llama por mi nombre real, Ártemis.








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VIDRIERA EN PREPARACIÓN (sepa disculpar las molestias)






- Usted estaba dormido, no lo quise molestar...
- No, no es ninguna molestia, al contrario - dije tratando de erguirme en el asiento. La profesora me miraba desde la altura clara de sus ojos
- ¿Y entonces?, agregué todavía somnoliento sin saber de qué me iba a hablar
- ¿Se acuerda de ese señor que se sentaba al lado mío, al salir de la terminal?. Me conversaba, y yo le prestaba atención, como a cualquier persona. Pensé que era docente, como nosotros...
Dudó en continuar, un temblor casi imperceptible le sacudió el cuerpo.
-¿Si?- pregunté sin entender a dónde quería llegar.
- Es que de repente me tomó de la mano y me dijo: "siento el impulso irrefrenable de tomarle la mano", y me miró muyy, así, ¿vió?. Es una sensación tan fea...-dijo dando vuelta la cara hacia la ventanilla. Casi llegábamos al km 26 donde hace unos años la comunidad tomó la escuela de latas, exigiendo una edificación digna para sus hijos
- ¡Ah! caramba - dije, terminando de despertarme. Atrás mío y hacia la izquierda, en la fila de asientos individuales, sentí la mirada pero fingiendo dormir de la directora soltera y , de unos 50's, de la escuela de La Estación, siempre atenta a quiénes me acompañaban en el asiento del micro.
- ¿No le molesta que le cuente?. Usted siempre con tantos problemas y yo, abusando - me dijo en un susurro, sus enormes ojos caramelo mirándome con intensidad.
-No, para nada - le contesté, reprimiendo mi propio impulso de apretarle fuerte la mano. Pensé en el tipo que sí lo había hecho, el que subió en la parada de la calle Chacabuco, y tomado la mano que yo imaginaba haber tenido la valentía de hacerlo, pero no. Los directores debemos cuidar las formas, los protocolos. La boca, delicada y sensual, se seguí moviemndo, hablaba de temores y dudas, pero yo solamente seguí deslizándome en la tierna expectativa de besarlos algún día

- ¿Sabía que una vez me ofrecieron estudiar para modelo?. Hice un par de sesiones de fotos. Pero no estaba convencida. Nunca termino las cosas que empiezo. Todo lo hago mal - dijo, sorprendida de de sí misma, mientra giraba la cara hacia el paisaje que mostraba las vías donde alguna vez había viajado centenares de obreros y que ahora los villeros habin llenado con el patio de sus casas de latas y cartones.
- Disiento con usted. Y lo de modelo, debería seguirlo. Es usted muy linda. Y no tendría que esperar tanto para acceder a un trabajo y encima mal remunerado, como ahora.
- En serio, Dire?.( perdón, no le molesta que le diga así, verdad? Y por lo otro, ....No, no lo dice en serio. Todo el mundo me gasta cuando cuento eso. Disculpeme, pero no le creo.
La maestra del asiento de atrás parecía realmente dormida, pero la directora y la vice de la escuela de Formación laboral estaban más que atentas.Lo notaba por lo rígido de sus cabezas, y los movimientos inlclinando el cuello. Viejas de mierda, ¿qué carajos tienen que prestar atención? También el policía de la Colonia Penal, que en el asiento de adelante parecía dormir realmente.Tenía un auricular de precisión en el oido izquierdo.Seguramente un handy by handy conectado a la central del comando. Estarían grabando, escuchando? Sabrían que yo, hace algunos años...?
Le pedí a Carolina que bajara la voz.
Usted debe tener cuidado- dije secreteándole al oído. Al hacerlo, un suave perfume, tal vez solamenmte el jabón de baño. Su pelo aún estaba húmedo. Sentí ese mareo que...
-Usted no es fea, al contrario... Miré intensamente su boca que en vuelo de labios, adelantarían la fragancia de un beso, besos que en esa boca, deberían ser envolventes, tiernos y cálidos. Pensé estúpidamente en que no debería besarla nunca estando de pie., ella debería inclinarse, en una torsión ridícula, y abrazarme a mí desde arriba, como a los niños chicos Cómo sesentiría su cintura si fuese yo el que la abrazara. "Alabes delicados su cintura Al revés sí es normal, el hombre debe ser más alto o al menos de la misma altura. Me sonreí, imaginándolo. Ella se sobresaltó.
- Vió lo que le decía?, usted se burla de mí. Como todos. Como siempre.Casi le asomó un brillo en los ojos, como si estuviera a punto de llorar.
- No por favor, estaba pensando en mi esposa. Le pido disculpas.- dije barboteando lo primero que se me ocurrió
- Usted es casado? ¿Y porqué no lleva anillo?.¿Lo quiere ocultar?. ¿Cómo es su esposa?., disparó una pregunta tras otra. Su mano volvió a rozar la mía, casi apretándola.
- Debe ser linda, no como yo. Usted tiene rostro de persona feliz.
Me sentí incómodo. ¿Qué decir? Ella apartó sus piernas, que había estado muy cerca de las mías, entibiandolas mientras dormía. Pensé, nunca usa vestido. Ninguna de las profesoras que viajan en el 310 usan vestido, solamente la profe de Física y Quimica de la Agraria, la que sube en el km 16. Debe tener 37 años, y es tan alta como Carolina. Pero no es tan sensual, sino más bien, contundente, como una mujer alsaciana que con su tocado en forma de papillon estaría en la pastelería ofreciendo Kugelhof, o un pain d'epice. Alsacia... al lado del Rhin, y sus vinos Riesling y Tocay. Preferería vinos a los pasteles.

-Cómo ?
-Disculpe de nuevo. Estaba pensando en las mujeres de Alsacia, en la frontera del Rhin. Disculpeme
-Vio lo que le decía?, me dijo aleteando su brazo largo y delicado que apenas rozó mi abrazo por sobre el portafolios abultado de informes y estadísticas. Pensé, qué absurdo hablar de sensualidades por encima de informes y páginas y páginas de estadísticas. O que sintomático. Justo cuando esta bella mujer había elegido sentarse a mi lado, justo cuando estaba dormido, justo cuando estaba imaginando que soñaba con una muejr delicada y sensible a mi lado
- Usted no parece del Rhin, sino de más hacia el interior francés.Dije disimulando mi turbación
- Cómo?
- Del Languedoc
- No entiendo
- Da un mejor sprit de corp, y aun mejor phisiche du rol.
- Sigo sin entender.
- No sabe francés?- Ella negó con la cabeza, parecía alejarse de mi lado, recogió una pierna sobre otra, y las alejó sintomáticamente de las mía. Se miró las rodilla. No me gustan, son abultadas, parece bulones de mecánico.
En tonces no sabe francés y cree tener piernas de mecánico, dije tratando de hacer una broma y recuperar cercanías.
-No, dijo ella volviendo a descruzar las piernas, un poco distante y mirando por la ventanilla. El amanecer traía el aroma inconfundible de la Colonia, donde los franceses se mezclaban con los criollos en las uvas, y los bolivianos y jujeños en la empacadora de ajos. Irritante. Me sentí osco, Quería terminar la conversación, o hacerle el amor ahí mismo, a la vista de todos.
- Trate de pronunciar lo que yo le diga, a ver: Carignan Noir?...y repetí con la más adecuada impostación de l modo francés que pude imaginar, a la vez que veía como ella se esforzaba aunque la fonética se le escpara_ Cinsault--- Mourvedre--- Cournoise---- Grenache Noir --- Grenache Rouge, Syrah, terret Noir---

Lo intentó. Dios, que labios tan sensuales tiene pronunciando esos vinos.Volví a imaginarlos besando los míos, en francés y con esos vinos en la boca
.

No me llevo bien con el francés, desde la secundaria- dijo ella poniéndose de pie. y desenrrollando su largo cuerpo desde el asiento..
-Qué ya se baja usted, recién estamos llegando a Lavalle?
- Si dijo ella, he venido a renunciar a la suplencia...bueno dire, ha sido un gusto.Me hubiera gustado compartir esalguno de esos vinos que usted mencionaba, esos franceses.
Adió dije yo aun aturdido
Cuando se bajó me saludó con la mano. Yo pensé, solo se su sombre, y tampoco su apellido ni que materia dicta, ni en qué escuela...
El micro estaba arrancando de su estadía en la tyerminal de lavalle. Vol ví a tratar de concentrarme en recordar algun dato, algun numero de celular, alguna materia, algun vino, aglgun dato que me permitiera reencontrarla..Maldito cortazar y su autopista del sur.

sábado, 4 de octubre de 2008

VIDRIERA EN PREPARACIÓN (sepa disculpar las molestias) Inauguración próximamente)



Amigo, no se trata de contar la verdad, sino el modo en que cuentas para que parezca verdad
( Leipzig, a su confidente lecroissant)



Han cambiado los micros de la 310. Pasó el otoño y su Gran Fiesta Mayor, la cultura del trabajo siempre y cuando la reina del pueblo sea joven y muy hermosa.Y que sepa de turismo, y juramente dedicarse al bienestar de ese pueblo, prommover su bienestar...interesante monarquía la de nuestra fiesta mayor. Pasó esa fiesta pasó el otoño y Verlain, y su melancolía, llegó el invierno y sus tristezas depresivas.. la cama sigue siendo fría en el invierno y esperar q eu llegue la pruimavera y sus renovaciones misteriosas. Ahora es casi verano, hace un calor de mierda y la cama está caliente pero de calor y no de una cintura femenina. Vuelvo al blog, me someto de nuevo al mismo título que yo me inventé para obligarme a escribir.
Un badén, una curva cerrada, estoy durmiendo depie en la ultima hilera de asientos no disponibles. Se siente peor los barquiinazos desde acá. Hola profe!me saluda la profe de matemáticas de la escuela 4-058, aquella a la cual, cuando el 310 nos dejaba las carretillas en hidroponia y optamos por una trafic que recolectaba docentes de cuatro escuela en su intinere-busca de mejor confor de 1 hora y 45 minutos, le había pasado mi Senderos de Geografía Matemática, el mismo conjunto de palabras dedicado a La Tana, pero qwue ella espiaba por sobre el apoyacabeza.
La Tana era, es! flaca, muy flaca, pero no una barbie. La profe de matemática era, es! más contundente, y aunque latina, de cuerpo nórdico.
Otro barquinazo y me calcé los lentes para dismular que quería volver a mirarla. Ella estaba entregada a una discución ontológica con alguein que frente a ella, asentía y de cuando en cuando se le permitía elaborar alguna que otra palabra.
pense, la profe lleva un jean de tiro cortro , muy ajustado, pero ha engordado

miércoles, 23 de julio de 2008

ENSAYO

Senderos de geografía matemática

Desde tus pies el camino del deseo empezará decimal por cada uno de tus dedos. Será aritméticamente certero, como tus piernas esas finas sinusoides,singularmente perfectas.

Los tobillos que apenas abultan, naturalmente óseos, orográficos, son la delicada insinuación que con sus mínimas redondeces constituyen piedemonte sensorial precedente de los muslos, esos ríos epidérmicos que corren impetuosidades de llanuras extendiéndose voluptuosas y determinadas.

Por la estepa espaldar se puede llegar a la curvatura geoidal de la cadera. Desde allí, girando a ciento ochenta grados los segmentos precisos de mis dedos provocan hipérboles sobresaltadas en el leve vello erizado y triangular.

Este cuerpo propio del mediterráneo, como tal griego, itálico, sensual, exquisitamente femenino, sin embargo se debe recorrer geográfica y minuciosamente uspallatero como pueblo original.

Buscar las voces antiguas de su canto explorando sensorialmente las redondeces volcánicas, sobrellevar sus alturas sin cuerdas ni hipotenusas, encontrar las articuladas muñecas, descubrir el justo ángulo de los codos.

Así veremos que el breve hombro es toroidal. El cuello, suficientemente preciso

imprescindiblemente necesario, debo aclarar para mis besos urgentes de pretendido poeta.

Ascendiendo fogosidades indetenibles se encuentra la embalconada y firme

mandíbula mediterránea, singular, romana o pitagórica, donde descubrir lo congruente que resultan mi boca con su boca, arcos, cuerda y flecha mis labios horizontales y perpendiculares a su lengua.

¡Ah, su lengua ! Decididamente geográfica y de fuego, ardiente Llankanelo para nada racional ni matemática humedece inquieta, los contextos de las ciencias.

Desde aquella hay que dejarse caer por los aires del asombro descubrir la lluvia aleatoria de cabellos la tierna geometría del oído sus laberintos presurosos de deseo.

Detenerse, sólo un instante, frágil de tiempo como todo instante, para dejar un beso, suave y silencioso, un último y leve mordisco lobular.

Extasiado davinciano del cuerpo semidesnudo plenisensual, resultará conveniente

que luego de teorizar y experimentar para construir estos postulados y sus efímeras hipótesis se deje que aquel, empiece a descansar.

Alejar de sus oídos y miradas,por algunos momentos, los desvaríos verbales e intrascendentes con que pretendo sabiduría epigramática y darle tranquilidades racionales a sus párpados y los sueños, las manos y el deseo.

Terminando el recorrido precedentemente descripto estárá permitido con sumo cuidado de no despertar atardeceres, encender un cigarrillo, negro, buen tabaco, e lógicamente fumando dudar de todas las certezas.

Así predispuesto, pensar, tal vez estoy aquí jugando con las palabras y las matemáticas porque a su lado ya no tienen para mí, sonrisas melancólicas las mañanas.

Creeré que habrá un mañana y que al verano le seguirá el otoño,

con toda naturalidad.

jueves, 3 de julio de 2008

ANDREA








"Te escribo para compartir un algo de mis escritos". Así pensó que iba a empezar. Diciéndole, ya pasé la época en que cada cosa que escribía la consideraba genial, para luego desecharlo absolutamente porque lo escrito realmente es una porquería. Y envidia a quienes describen como Cortázar, y hacen poesías como Neruda. Andrea es arquitecta, lee a Cortazar y a Neruda, por ello debe ser que su ojo sensible descubre talentos literarios en sus alumnos de una comunidad periurbana, comunidad a la que el Sistema urbano-marginal.
Marginal. Los marginados generalmente llenados de violencias hacia dentro de ellos, contra ellos, desde ellos hacia todos, hacia muchos. Los que son víctimas, los que son victimarios. En esa comunidad periurbana realiza su primer trabajo como profesora de Matemáticas. Formada en un centro de excelencia académica y urbana, la profesora, que apenas sobresale en tamaño a sus propios alumnos del 9º año, descubrió a una alumna que será escritora algún día, y de quien otra profesora, justamente la especializada en literatura no se había dado cuenta que existía el talento.

El pasajero, acompañante ocasional de la arquitecta, cambia de idea. Ya no se siente seguro de mostrarle algo de lo que escribe, o de lo que está reescribiendo en este momento, una novela. Novela que ya lleva cinco largos años de marchas y contramarchas, y piensa, querría enviarle a la arquitecta algo de lo que escribo, sí, pero que sea bueno y le agrade. Eso es una evidente falta de seguridad en sí mismo, o una seguridad en que lo escrito no es bueno.
Eso, sin considerar que por Ley de Murphi, el propio correo electónico que adjuntará el escrito, nunca llegue a sus manos. Es decir, a sus ojos, porque las cartas escritas para ser recibidas por las manos son patrimonio del S.XX.
Ya nadie escribe cartas en soporte papel, y menos sobre ese papel escribe con sus propias manos y lápiz, siquiera un portaminas phi o,5, o tinta, siquiera una Bic amarilla trazo fino...

De una u otra manera le asalta el temor potencial a que no recibiera la carta, o el e-mail o el correo electrónico... Todo en potencial. Pero si en realidad venimos de un encuentro no casual a bordo del 310, ¿entonces?, ¿porqué la duda y el temor?
Y además, ¿cuánto hace que no lee nada de Cortázar o de Neruda.
La ruta por la que transcurre el encuentro donde se menciona a Cortázar y a Neruda sigue imperturbable. Siguen subiendo adolescentes preocupados por la prueba del día, conectados a sus celulares, mp3's, o 4's.


Andrea le gusta Cortázar, a mí me gusta Cortázar, y este absurdo temor al desencuentro...
Cuánto hace que no me encuentro con nadie que guste de leer a Cortázar, maldito Cortázar que escribe tan bien, maldito Julio que acabo de ver en un documental, ayer mismo, donde el periodista entrevista a Julio, y Julio con ese casteianó afrangcesado hace sus comentarios profundos para la ORTF en español. El periodista es inteligente, habla él poco y mucho Cortázar. Julio habla y habla con esa simple profundidad del que sabe escribir bien. Muy bien.Y Mucho.

La simple profundidad de algún escrito resuena en su cabeza mientras mira la sonrisa de Andrea, la chispa de sus ojos iluminando la penumbra del micro que por una rara casualidad hoy tiene calefacción pero entibia el ambiente menos que la conversación misma, conversación que respira ternuras de profesores apasionados por su trabajo, una, allá por el Bajo Luján, otro por allá el "desierto" de Lavalle, y ambos escritores que aunque dudan de la calidad literaria de sus escritos, gustan de escribir y más gustan de leer y encuentran poesía en la boca de las palabras, en las palabras que transcurren a lo largo de la ruta mientras una va hacia sus alumnos de matemática y otro camina al encuentro de los maestros a ver si los alumnos de lengua en el taller de doble escolaridad estarán escribiendo algo...
¿ Qué fue de ese alumno que el año pasado le dijo... el que se animó a decir ¿Director, cómo se hace para escribir poesías?
El director extraña su trabajo de maestro, cuando le leía a sus alumnos textos de Oliverio Girondo, y hoy no debe recurrir a resoluciones, el normativo, cúmplase rutinario, para que alguno de los maestros se sienta obligado a descubrir poesía en las palabras y gestos delos alumnos.


Andrea sigue hablando, y el rebozo blanco con que se cubre la boca y que tapa por el frío y que destapa para que sus palabras suenen con mayor claridad, relata de ese alumno descubierto en su hora de matemática que tiene talento, que gusta de escribir y que la profe de literatura no había descubierto.
Andrea es sensible.
Sensible, el Angel Gris, Dolina, la revista Humor. Qué bien que escribe Dolina.
- Pero vos escribís entonces?, se anima a preguntar.
El rebozo sube otra vez, otra vez baja, la chispa de los ojos de Andrea iluminan de nuevo, y ya se siente menos el frío y más el calor humano de la profesora de ciencias exactas que es arquitecta pero que descubre talentos, que es arquitecta pero escribe y respira con ternuras.
Qué pocos hoy, en esta apresurada aldea global se detienen a mostrar ternura por alguien, piensa el director, admirando sencillamente a la arquitecta que habla de sus primeros trabajos como docente de Matemáticas, y respira felicidad cada vez que sube al pésimo micro que los trasporta a sus respectivas escuelas.
- Aunque no, mal... qué se yo.
- Cómo?
- Escribo mal, creo.
No. No ha dicho qué se yo, pero escribe, y es de Aries. El director piensa, raro, pensé que debía ser Leo. ¿Porqué?, preguntará. No sé, se me ocurrió.
Pero sí sabe. Sabe del fuego de Leo, pero ya se ha olvidado de la ternura de aquella nacida bajo el signo de Escorpio. ¿Cómo fue aquello posible, hace tánto tiempo? ¿Aquella ternura de Escorpio? Tengo que escribirle a Escorpio, pero Escorpio quiere seguir en reclusión y silencio todavía.Reclusión y silencio después de haber sido amantes, después que volviera de Chile con ese impensado, no, ahora quiero que seamos amigos, porque allá, es que estoy enamorada de.... No, de vos no. Nunca.
¿Cómo se puede ser amigos después de haber recorrido la redondez perfecta de luna en su cadera y llevarla en el bolsillo para soñar ternuras? Para navidad me escribió una carta. Escorpio escribe. Escribe muy bien. Esas crónicas de una estudiante en el Medio del Mundo, cuando estuvo en Ecuador..." sos el hombre de mi vida" le escribió. Y para año nuevo, quiero que seamos amigos, porque allá, al Alejandro no lo podía lastimar. ¿¡Y a mí!? Es distinto. Distinto es escorpio. Escorpio es Cabra en el horóscopo chino. Por eso, eso fue una cabronada , piensa con bronca y confusión, que pasaron

- Apenas tres meses, y diecinueve días...
- ¿Cómo?
- Que tardé en olvidarla, diecinueve días y quinientas noches, Sabina, y quinientas noches...
Es decir, entonces, que aún no la ha olvidado, preguntará la arquitecta


El 310 sigue llenándose de adolescentes parlanchines, de otros colegas de primaria, de secundaria, del profesorado de la Villa Tulumaya. También sigue la conversación alrededor de escritos y poesías, estudiantes y seres humanos, cuando comienzan a descender los estudiantes que taponan apiñados la puerta.


Alcanzan a intercambiarse e-mails, o correos electrónicos, el phone number de los celulares, éste es el mío, te escribo, si, dale.
Dijo dale o él se lo imaginó? Y si lo escribió mal y nunca se vuelven a encontrar, como en la Autopista del Sur? Cuánto que falta para acercar palabras a la computadora, ponerles dirección y apretar send, cree recordar que en el primer sms le puso algo relacionado con carpe diem, sí, fue carpe diem, La Sociedad de los Poetas Muertos... Qué buena película, esa, el profesor que descubre literatura y poesías, enseña poesía y literatura, y vive...
Extraña su trabajo de maestro, cuando le leía a sus alumnos textos de Oliverio Girondo, y hoy no hace sino perseguir normas y resoluciones...

Ya sabe lo que le escribirá a Andrea cuando le escriba esta tarde, apenas llegado de la escuela. ¿Sabe? No, no sabe, cree saber que le gustará alguna de sus poesías, pero, le gustará realmente Cintura del Fuego en Huanacache?. No , no sabe, cómo saberlo si no sabe nada de ella, salvo que bajo la arquitecta respira un ser humano sensible, bajo el rebozo una sonrisa matutina que debe durarle el día entero, y sobre los ojos, estrellas de alegría por la vida.
El Carpe Diem, estuvo de más, esta mujer sabe vivir intensamente cada día.

Y sabe que escribe, sabe que sus ojos echan chispas de alegría, y sabe que sus ojos iluminan el camino de asfalto pero ya llegaron a la escuela técnica, y la profesora deberá descender Qué le escribo? Qué le escribo? Carpe diem, si, Cintura de Fuego en Huanacache, no, pero Neruda sin duda, no Neruda no, pero Cortazar sí. Cortázar.
La autopista del Sur
Adjunto el archivo y pruebo
Le gustará la Autopista del Sur?


No , no le gustó. Una semana después de enviarle A bordo del 310, recibió la contestación al sms del " te molestó lo que te envié por mail?" "Si, por favor- dice ella en su mensaje de celular - Preferiría que no me mandara ningún otro mensaje, ni correo, ni nada"

La Autopista del Sur...
Al menos, volví a leer la Autopista del Sur. El escrito de Cortázar sigue brillando, mientras la penumbra a bordo del 310, ha vuelto a ser penumbra.



















miércoles, 11 de junio de 2008

Aquella primera vez, cuando éramos pendejos y queríamos cambiar el mundo, qué lo parió












El farol de la media cuadra se cuela por un resquicio de la cortina, dándonos una media luz tanguera. Después de un momento de duda, tapados hasta las cejas, separados, rígidos, me termino de desvestir, y luego, ya ambos totalmente desnudos, nos abrazamos para tiritar juntos con las pieles de gallina, (¿no era que se salva la vida de un congelado cuando uno se desnuda y se acuesta al lado? ¿Ah no? ¿ No necesariamente? No, porque el temblequeo es intenso)

(Yo hubiera necesitado algún instructivo extra, releer algún texto orientador, pedir un break antes que el cuerpo de la flaca se duplicara en el mío, porque sus piernas se enredaron en las mías impidiéndome hacer otro movimiento que no fuese el que la naturaleza, desbordada de teorías me marcaba. Antes de darme cabal cuenta de lo que estaba sucediendo, un largo suspiro entrecortado de mi parte despierta del ensueño a la flaqui.)

- ¿Terminaste? ¿Ya terminaste?.

- Sí, sí, lo siento, pucha mayo, lamento, es que no pude...

- No, no, está bien. Todo está bien, pero no te salgás, quedate dentro mío, por favor.

Con una dulzura más propia de su femineidad que de su experiencia, ella le busca secretos, paciente en su urgencia, tratando de volver a despertarle con suaves caricias cada parte del cuerpo. Le besa los párpados, las manos, cada uno de los dedos. Encadenada a sus piernas para no desacoplarse, se coloca por encima, duplicando con el de él su cuerpo liviano y delicado. Su espalda arqueada hacia arriba, apoyada las manos en sus hombros. Apenas desordenado el pelo le cae sobre su cara. Se lo lleva con una de sus manos hacia atrás.

Oculto el rostro en la penumbra, sus ojos lo miran con tan profunda intensidad, que, si solamente fuese esta vez, si nunca más tuviera la oportunidad de estar dentro del cuerpo de una mujer, habría bastado esta sola mirada de María para saber cómo es de inmensa la entrega, y exquisita la feminidad sensual con que lo están abrigando

Larga curva de feminidad, se insinúa con la clara luz de la mañana. Con el sol que poco a poco nos deslumbra, estirás los brazos para balancear el etéreo peso de tu cuerpo. Acariciando esa eternidad sensual, apenas limitada por la sutiles líneas de tus formas, despertás hacia el deseo. Anudando tu espalda de barco a mi cintura de puerto, enlazo mis piernas a la pasión marinera de tu barco.

- Boca de uvas maduras - digo apenas, en mi habla empobrecida por el vino de tu lengua. Aún así, pretendo ser poeta, embriagado por las rosas de tus formas, sintiendo tañer la música de tus piernas. Antes náufragos, ahora navegantes en bajeles de seda y fantasía, ebrios de mar y sedientos de distancias, al fin hemos vuelto para encontrarnos

- ¿Cuando escribiste eso?

- Antesdeanoche. Me había quedado mal por seguir recordando a Mariela mientras estoy con vos. Vos estabas muy dormida y yo no podía dormirme. Me senté en la cama y te miraba.

Te miraba.

No podía dejar de mirarte. Pensé… mucho tiempo ha pasado sin haber agradecido a la mujer infinita que sos. Y también que he sido muy injusto con tu ternura, y tu paciencia, cada vez que me asomaba y asoma la locura. Sí, si. Yo lo sé. No te olvidés que soy médico, y que no sea un doctor de la mente, no me impide ser consciente de mi estado psíquico. También de mi estado afectivo. Entonces, mientras te acariciaba la espalda, me surgió de repente el volver a escribir un poema, cuando recordé aquella primera y única vez que hicimos el amor.

Aparece en sus ojos una leve sonrisa giocondina. Baja entonces para besarme el labio que ya no siento para nada hinchado. Cubre mi boca con la suya, su lengua me dibuja un mundo dentro de la mía. Sus manos me acarician aquí y allá, o me pellizcan, me contornean una y otra vez. Su boca son dedos, sus dedos son lenguas, su cuerpo un calor de verano en enero que acuna mi sexo dormido en movimientos tibios y cadenciosos.

Con todo el tiempo del mundo contenido entre sus dedos y su lengua, su búsqueda será una progresiva estimulación sensorial en la conquista del deseo, hasta que las frazadas molesten, las sábanas estén de más, y vuelva a sentir la primitiva sensualidad de la desnudez.

Puedo entonces devolver cada una de sus caricias y pellizcos y ser paciente, tal como me acaban de enseñar, recorriendo con mis manos la lenta longitud de sus brazos y sus piernas. Con mi lengua marcar la dimensión de su cuello. Recorrer con mis manos sus hombros toroidales, madurar con su calor sus pechos de manzanas del Tunuyán.

Se detiene mi boca sedienta a beber de sus pezones maternales. Salgo del desierto en busca de los oasis que rodean su ombligo. Me río infantil con sus cosquillas, recubro de ternuras las curvas de su cintura y su cadera, llego con timidez de explorador hasta los rebeldes pelillos de su sexo. Nuevamente conectados con tal exacta intensidad, somos uno sólo, ya expectantes, ahora rugientes, más tarde silenciosos o jadeantes.

En total armonías de cielo azul y lluvia fértil, tierra y árbol, sol y luna, agua y verde, se curvan dialécticamente las geografías de nuestros cuerpos convirtiéndose en arco y en arquera, continente y contenida, barca y navegante, mar y acantilado...

Cuanto más haga el amor, más haré la revolución, cuanto más haga la revolución más me gustará hacer el amor. Amantes del mundo unidos, obreros y estudiantes se abrazan recordando a París 1.968. Hoy en la 5ª sección 1.976, somos más sabios que Ho Chi Min, más revolucionarios que Mao Tse Tung, menos anárquicos que Trotzky, más claros que Perón, tan contundentes como John William Cooke, más lógicos que Marcuse, y tan dialécticos como Marx, pero si Evita viviera sería montonera, y luche luche luche, no deje de luchar, por un amor libre, liberado y popular.

¡Abajo la guerra, ABAJO! ¡Arriba el amor, ARRIBA! ¡María: PRESENTE! ¡Juan: PRESENTE! Hasta la victoria: ¡SIEMPRE CARAJO!.

- Hasta la victoria…estee, ¡BUENO, QUÉ TANTO!. Vamos a cambiar la dictadura del proletariado por el socialismo del amor, María te quiero, Flaco te quiero. Estalla la revolución en nuestro cuarto y en todo el mundo. Fuera los yanquis de Viet Nam, ¡fuera!. En París ’68, ¡vive L’Revolución! ¿En Puerta de Hierro? No. ¿En Santa Clara? Sí. No fue posible en Bolivia, pero sí en la Sierra Maestra, también lo será en la casa de mi abuela, pero lejos de los panfletos y cerca de los cuerpos. Crearemos un nuevo idioma, revolucionando esta árida provincia del cullum desértico, inundando de ríos vitales al Valle de Huentota. Desterraremos el mapuche que tiene pocas esdrújulas. Reinventemos el Milcallac, que tiene pocas palabras. Vivan los pueblos originarios, el Inti y la Pachamama. Seamos huarpes laguneros como Huaquinchay, y no tehuelches terratenientes como Patoruzú. Prolonguemos a Huaymallén en un oasis irrigado que estire los verdes estivales hasta las lejanas Lagunas de Huanacache. Que en cada movimiento de nuestros cuerpos, los desiertos se humidifiquen y crezcan las uvas tintas, moscateles y blancas en los vinos nuevos. En cada golpe de reja, nuestros cuerpos entreguen una renovada oración a la Virgen de la Carrodilla, patrona de los viñedos, y del niño nuevo que algún día gestaremos, a medida que nuestros sexos se canten, agiten, y gozen tan plenamente como ahora. Vive el momento de hoy ¡como si fueras a morir mañana! ¿Y el de mañana? ¡Como si fueras a morir nunca!

La apasionada y mutua entrega comienza a darle vida a los afiches que alguna vez tuvimos en los muros de las casas o el partido. El Che Guevara, con su boina negra y estrella roja, nos sonríe de oreja a oreja. Enciende el habano, nos mira profundamente desde sus ojos esperanzados, levanta el puño izquierdo cerrado en alto y sin decirnos algo se vuelve feliz a Santa Clara. Atrás de él aparece un prolijo y engominado Perón, con reluciente uniforme de teniente general, haciendo encabritar su caballo pinto. Se saca la gorra de oficial, nos guiña el ojo y nos dice gardeliano, muchachos eso es lo que yo estaría haciendo, si tuviera veinte años menos. Pero tengan cuidado, compañeros. No quieran ser más peronistas que Perón. A su lado, una Evita pálida y ojerosa se desprende de los brazos del general, atenaza los suyos a los balcones de la Rosada. Desde allí , levantando ambas manos, pide silencio hacia la plaza, cuya muchedumbre la aplaude y ensordece con vítores y lágrimas. Ella los está buscando en la multitud y cuando los encuentra, desaparecen sus ojeras, sus pómulos se rellenan de calor, su energía de siempre la envuelve en un vaho de soles. La multitud rumorea, se calla, se desdibuja hacia un horizonte de banderas agitadas que pregonan las tres verdades de la patria. Su voz, habitualmente disfónica, resuena claramente haciendo innecesarios los micrófonos.

-Compañeros… silencio por favor. Les quiero declarar a estos jóvenes compañeros, Juan y María, que hoy han dejado de ser estúpidos e imberbes. Ustedes me han vuelto a la vida, muchachos, ustedes hoy, han derrotado a la muerte. No la desperdicien. Por eso llevaré en mis oídos vuestras palabras, vuestra militancia, y vuestro amor, que es la más maravillosa música del pueblo. ¡El amor todo lo puede compañeros, no se dejen engañar! Ámense, che. Quiéranse. Amen al pueblo, no lo traicionen. Sean más peronistas que Perón, carajo. Hasta la victoria, siempre en la lucha con ustedes, compañeros!

Cuerpo mendocino de mujer, dorado por el sol del casi otoño. Pleno y real, asimismo metafórico y geográfico me atrevo a compararte.

Voluptuosa forma de Altos Limpios la cadera. Frescura Huanacache de humedales en la lengua. Cintura fresca del Tunuyán. Espalda líquida del Atuel.

Lenta y montañosa orografía descubierta, Ojos del Salado son tus pechos.

Un Tupungato en erupción, el bajo de tu vientre. En la abrupta soledad de la entrepierna, selva púbica y desierta, entraré a fecundar por las hijuelas la cálida aridez de tu viñedo. Parrales y espaldares recorridos por mis manos serán, grano a grano, cosechados los racimos. Nuestros cuerpos ondularán, presagiando la vendimia.

Verbo o sustantivo, será en tu boca compañera, donde el vino nuevo me emborrache de coraje las palabra.







sábado, 24 de mayo de 2008

a kd3448, que siempre sonríe desde la luna





De lunas y en soles embriagados


Puede sucedernos la próxima semana,

en el presente de un día cualquiera,

en la hora infinita que pasó esta mañana,

en este preciso segundo del ahora mismo.

Pasajeras circunstancias,

los imprescindibles contextos que siempre urgen

apurando circunstancias, querrán impedirnos

festejar los momentos que hacen adolescentes

nuestras manos y viñedos nuestros cuerpos.

Si eso nos sucediera, deberemos recordarnos.

Saber que de antiguas uvas y senderos

hemos heredado los sabores, los mordiscos y caricias

los pétalos y las risas, las mañanas,

una tarde y los quizás, y pasar el día

sonriendo junto a las bocas, bebernos el ahora

y los después, los meses y semanas precedentes.

Los futuros de luctuoso proceder certificante.

Besarnos profundamente.

Tanto

que todo el tiempo de los tiempos esté contenido

en ese abrazo tan único que estaríamos existiendo

y por el cual, con el oído sobre el vientre de la tierra

nuestros ojos ya no mirarían

las infinitas longitudes del mar

Agradecer luego la arena del desierto

que hizo laguna con nosotros.

El te quiero profundo de un jueves de noviembre

imaginado para siempre, aunque pueda haber durado

tan sólo un día, unas pocas horas compartidas.

Pero, si a pesar de las precauciones

nos sucediera un día en que el día

estaría terminando y las sombras de la noche

nos apretaran con sus pesares

más que el amor mismo del sol que nos tenemos,

igual deberíamos brindar por un próximo encuentro,

pero más, peromucho más, por el de este día

en que estamos vivos y viviendo,

porque el del mañana, ese sí,

no sabremos si vendrá.

Imaginaremos así que somos dueños de toda realidad.

En ese instante preciso, sublime poder sobre la materia

deberemos imprescindible y urgentemente

continuarnos el amor y los deseos.

Recién entonces habremos aprendido

lo importante de vivir sin desperdiciar una sola caricia,

recuperado el lenguaje total de los gestos

y en un abrazo profundo

de lunas y en soles embriagados,

en silencio, o a los gritos,

reescribirnos cada letra de la piel,

cada sílaba de los cuerpos, eliminando sin dolor

las pasajeras circunstancias, los prescindibles contextos

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Maestro por equivocación, jubilado de la docencia pero no de los aprendizajes, escribidor de textos y poesías, escapador cuando puedo de las alienaciones del System, prisionero de los afectos, esclavo de la honestidad, temeroso usuario de la palabra, contestatario cuando puedo y a veces quiero, especialmente vinófilo de los Rojos de Perdriel, salvo cuando "el agua brota pura y cristalina de la madre tierra", vividor consuetudinario y con suertes extraordinarias. Creo que todavía estoy vivo.En la primavera del 2.010 se me murió la poesía junto con unos cuantos pedacitos de corazón. Pero he vuelto, "cantando al sol como las cigarras", a sobrevivirme.

Así como soy

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