El próximo veintiuno de junio
deberemos salir al encuentro de nosotros mismos.
En el preciso comienzo de ese año nuevo solar
bebiéndonos en chichas a la mediamadrugada
esperaremos el amanecer iluminando geografías.
Serán apachetas vitales nuestros propios cuerpos.
Enmantados con la urdimbre originaria
estaremos desnudos y naturalmente naturales
prontos a pasar esa noche larga con mayor tranquilidad.
Así entibiados nos llegará más pronto el sol.
Desde la hermana tierra madre
un nuevo día de nuestro nuevo año nos será prestado
para que imaginemos vivir muchos más días
aunque algunos vivieran con sus sombras
Y si nos sucedieran las tardes con penumbras y pesares
alimentarnos en patayes
los sensuales torrentes del verano por venir.
Así tendríamos más fuerzas cada vez
para repetir estos orgasmos irreverentes
construyendo nuestras arquitecturas imposibles.
Porque hemos de morir.
Algún día será ese día en que sin sonido
se mueran nuestros sitios corporales
los espejismos y sus desiertos.
se mueran nuestros sitios corporales
los espejismos y sus desiertos.
Que sea cuando la muerte quiera.
Pero que nos encuentre amándonos más alto
que en los planos sin misterios de malales.
Y si es de sorpresa, que sorpresivamente sea
pero ardiendo en las profundas latitudes
de llankanelo y huanachache.
que en los planos sin misterios de malales.
Y si es de sorpresa, que sorpresivamente sea
pero ardiendo en las profundas latitudes
de llankanelo y huanachache.
Desde allí, desde el agua clara en las lagunas
volveremos a nacer como un día ya nacimos
Desde el fondo de la tierra humedecida
brotaremos renovados epitelios de dulces algarrobos.
Encendiendo fragantes maderas de jarillas
nuestro cuerpos extintos seguirán encendidos
mucho más allá de nosotros mismos.
A bordo de aquellas antiguas balsas de totoras
buscarán nuestras esencias
nuevos horizontes que incendiar
Así habremos renovados, una vez más,
nuestra eterna geografía de los fuegos
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