martes, 27 de enero de 2009

Arquitecturas imposibles de diciembre

A las cinco de la mañana de un día cualquiera de diciembre
tus pechos se despertarán prisioneros de mis besos.
Tu cuerpo amante, largo arco extendido
sinusoidal y llankanelo amanecerá
profundo de caricias y volcanes.

Muy temprano para tu acostumbrado es-tarde-debo-irme
a una hora indefinida de este día cualquiera de diciembre
la regia piel de tu contorno seguirá dilatada
en la exacta dimensión de los asombros.
Sin temblores ni penumbras, en quietudes laxas
mis manos de madera en tu cintura de laguna
serán torpes aprendices de horizonte
para las demasiadas lunas que nos pasen
desde las cinco de la mañana de ese lento día por diciembre.

Sucederán las horas de este día cualquiera de diciembre
cuando el sol que nos tendamos hará que nos vuelen
en mil fuegos lenguas incendiarias penetrando las gargantas
explorando subterráneas el ala de los pájaros
embriagando de amaneceres nuestros párpados.

A la hora cinco de la mañana de aquel día de diciembre
le sucederán longitud y latitudes en cantidades naturales
y luego otras horas y más horas
y distintas e incomprensibles dimensiones.
Para ese entonces, el fuego de los fuegos
en nuestros cuerpos presurosos, incansables
seguirá construyendo arquitecturas imposibles.
Los dedos continuarán sus laberintos misteriosos
desgarrando ropajes de urbanidades solemnes.

En esa mañana tan única ese día único de diciembre
libres de candados nuestras miradas estarán haciendo
de las tres paredes de la pieza anteriormente solitarias
tenues montañas de aire, evanescentes latitudes de epitelios

Más tarde será más tarde
un hecho tan comprobable y evidente...
Habrá pasado la hora cinco en la mañana
de otro día caluroso y extenuante de diciembre.
Pero no tendrá importancia el tiempo y su transcurso
en esa mañana única, un día único de diciembre.

Lo marcarán indelebles nuestros cuerpos
penetrándose profundamente
aunque sean furiosas sus alas de caricias
y vuelen lánguidas latitudes de tibiezas
nuestros mares de madera
y sean nuestras bocas únicas
las únicas navegantes en esos barcos de agua
a las cinco de la mañana
de un individual día de diciembre.

Seremos los únicos en estar tan desnudos
pero tan desnudos, que gritaremos la pasión
llenos de coraje.
Prisioneros estarán en las esquinas inservibles de las casas
aquellos perros desquiciados que le aullaban boquiabiertos
a las suaves lunas de tus pechos.

Nuestros cuerpos serán livianos, tan livianos
que saltaran desvergonzadamente obscenos
el alféizar de todas las ventanas a las cinco de la mañana
de un día cualquiera de diciembre.

Más tarde será más tarde, hecho tan evidente...
Habrá pasado un día, ese único día
y sus cinco horas, y dejado de ser mañana
la mañana de ese día único de diciembre.
Pero no tendrá importancia el tiempo y su transcurso
porque lo marcarán indelebles nuestros cuerpos
aunque comience a ser pasado el presente de ese día
y la hora cinco de la mañana
haya envejecido el último día de diciembre.

sábado, 24 de enero de 2009

Escucho tu silencio longitudinal

"Yo estoy en esas dunas de Lavalle- Fotografía: L. Jazmín.Wolfman.C.-Especialmente para Antiguos Soles







Viajó desde el desierto antiguo.
Quería recordar.Su mirada de reina
paseó horizontal sobre las arenas de Altos Limpios
Le asombró la memoria y recordar su vuelo.


Talaa Sghira, Nahira y bereber
antes del antes Naira aymara
centro del universo, Nairajii de los yatiris cintura tierna
dulce y profunda, princesa guanche de Gran Canaria
Nahira la de los ojos grandes,
habla con su mirada que desde lejos me mira:


"Escucho tu silencio longitudinal
extendiéndose a mi puerta
desde el hemisferio Sur.

Imagino tu recorrido de soledad
entre las áureas arenas de la tarde.

Veo sombras deslizándose
por los Altos Limpios.

El sol se unta en el horizonte del ocaso
y fiel, le sigues sus pasos.

La chispa que prende fuego
a la fogata del hogar
del palacio de la reina Nahira
nace en el corazón
de una noche oscura como será ésta.

Envuelto en los últimos rescoldos del crepúsculo
te veo juntando la leña del pasado
para alimentar las llamas del eterno presente
donde residen todos los amantes
abrazados del Amor
prestándole mientras sus atributos al amante.

Escucho tu silencio longitudinal..."

( L.Jazmín.W.C- 2.009)











miércoles, 21 de enero de 2009

Todavía estoy

lunes, 12 de enero de 2009

despedida de Aishiteru Cosaimas

vidriera en destrucción, sepa disculpar las molestias












(en algún momento de este tiempo que acaba de pasar, vos sabrás distinguir la temerosa realidad que me impusiste, de la ficción poética con que me recubro para soportarlo. Aunque las heridas de alma no sanan nunca, es necesario sanarse y seguir viviendo. Quién sabe, tal vez haya un mañana, y los pronósticos de tiempo anuncien que habrá sol)

En la hora material de los relojes, puede que sea martes trece de enero, alguna hora en particular y los minutos que marcan sexagesimales el trascurso de un tiempo material.
Vos dormirás todavía, en tu casa, allá en el este. ¿Estarás durmiendo todavía?
Asomado a mi patio donde todavía se animan algunos jazmines blancos, yo estaré esperando que salga el sol. Sé que esto sí sucederá. Lo saludaré con mis dos manos levantadas y entibiado por el fuego ahora antiguo de nuestras geografías, te escribiré esto que te estoy escribiendo, porque he descubierto lo que vos estarás sabiendo enseguida, cuando enseguida te despiertes. Que me estoy despidiendo anticipadamente.
Y que es de sorpresa, aunque nunca será de espaldas.

He creído posible resumir con mis palabras en esta página ahora te escribo, estas escasas semanas, duplicadas por las tantas pocas horas que llevábamos juntos. Desde aquel primer viaje hasta la escuela en que nos descubrimos el fuego, hasta esta distancia del hoy, redescubierta por vos, al saber que cuando me besabas, el otro amor que tenés te circundaba el horizonte, limitándote la cintura.
Por aquel dejaré de perseguirte entre los sueños, el sueño de gaviotas libres que nosotros, al fin, tuvimos por un día, una semana, una cantidad de momentos que no quiero cuantificar.
He querido despedirme con el aire, porque vos ya elegiste, me parece, caminar con tus pies sobre la tierra. Eso es, naturalmente lo normal para quien dudaba tener alas en vez de brazos, y creía no poder volar, como los pájaros.
No me quejo. Jamás podría en modo alguno quejarme por tu forma de ser.
Se balancea y equilibra con todo lo que quisiste compartirme.
Te digo pues, sinceramente, que no se quién fue más valiente a la hora de encontrarse con el otro. Esto es tontamente indefinido a pesar de lo perenne, a pesar de las certezas.
Nosotros, creo yo, las únicas que tuvimos las hemos vivido tan intensamente.
¡Y eso habrá importado !.
Por eso he pensado nuevamente en escribirte, aunque esta vez sea para el no-más, para el despedirnos, y detener por este día, el vuelo de pájaros encendidos que alguna vez tuvimos entre los dos.
Desandando la realidad, retorno a los misteriosos caminos que todavía no están escritos, para devolverte la libertad que nunca perdiste, y te escribo un poco más, nada más que para mantenerte de este modo, por unas pocas horas, en este absurdo correo electrónico, que, lo sé muy bien tanto te preocupa.

Te confieso que había creído posible mantenerme en vos todavía un poco más de ese más que hace unos días te decía, aunque más no fuera, aunque más no sea que nada fuese sino en el extremo de estas pocas palabras, para que con ellas pudieran viajar los principios de mis dedos, e imaginados por el aire, otro poco de mis besos.
Te doy las últimas gracias por leerme, como otras veces te di las gracias por los tiempos que me diste desde el antiguo Teotihuacán, al verde de Urubamba, la melancólica Lisboa portuguesa, o en las calles invisibles de la Cuarta Este ¿Te acordás?, cuando me decías tus “te quiero” susurrando, para que nadie más que yo los escuchara, temerosa de palabras y vecinos, de cercanías y contextos, aunque luego vinieran tus arrepentimientos por haberlas pronunciado.

Por si algún día nos volviéramos a encontrar, y tu mirada volviera a decirme lo que alguna vez me dijo cuando a vos te andaban mariposas por el vientre y a mí los cóndores revoloteando por el pecho... Por si volviera a haber, después de ayer, otro día más entre nosotros, ese día te bastará, ya lo habrás imaginado, que me dijeras, que simplemente sonrieras un ¡hey, Sanches!
Así nomás, sin nada más.
Al escucharte, yo sabré que habrás vuelto, que de nuevo estarás despertándome de mis sueños intranquilos, para decirme breve y totalmente, aquí estoy, he vuelto.
Por este día no me iré jamás de tu costado.
Sucederá entonces, se habrá vuelto a encender nuestra geografía, volverán los recuerdos en alas de los pájaros, y el amor y los fuegos, las maderas y el deseo.
Y eso importará.
Y nada más.

te quiero mucho, mucho, o en el lenguaje que vos me dibujaste con caligrafía redondeada de maestra, aishiteru, cosaimas, cosaimas.

sábado, 10 de enero de 2009

INAITZIN

Meridional


Brillan en mi patio de roja baldosa españolada
en el hemiciclo entretejido de azahares blancos
los reflejos matinales de un fuerte sol de octubre.
- ¡Aquí la vida!- te digo en presuntuosa bienvenida
Te sorprende y preocupa semejante declaración.
Sufriendos longitudes de horizonte, te asalta
meridional equidistancia de temores.
Así temblando llegarás al mediodía,
uno más de los urbanos cotidianos
cuando estas dudas te suceden.
Geográficamente frontal a tus ojos,
el sol de mi pecho te seguirá la espalda
quemándote intensamente la mirada.

Por la lenta y extenuante media tarde tendrán
dos distancias las distancias de tus pasos.
Apresurada de vecinos, entrarás, sigilosa,
por el largo pasillo que antecede a los jazmines.
Te veré entrar con tu jean adolescente
la camisa blanca anudada a la cintura

¿ Estarás suspirando por amarme?
¿Querrás besarme debajo de las parras?
Pero, no. No, que no, dirás retrocediendo.
Que no venías a buscarme, solo a traerme
noticias de tus miedos, negándome los labios,
conteniendo tu deseo de besarme.

Con el tiempo que pasaba sin estar pasando
a la exacta medianoche de la noche siguiente,
una más de estas noches de octubre
en que los temores te seguían abrumando
fugando de mi abrazo escapaste de mis besos,
buscabas refugio en la alta montaña de Uspallata.

Allá, en esas alturas, antes del amanecer
entre el sol y la penumbra, caíste,
irremediablemente meridional y fatigada
con tu corazón sobre la espalda.

viernes, 9 de enero de 2009

Convergencias





NACIMOS ANTIGUA SANGRE AMERICANA





Creo yo que fuimos nacidos por primera vez
en la muy antigua sangre americana.
Mucho antes de este presente,
antes de ser como ahora somos,

cuerpo, manos, brazos, ojo, ternura y sed,
fuego y tierra, aire y vuelo,

habían venido reencarnándose moleculares
nuestros esenciales elementos,


Reconstruyendo la historia terrenal
de nuestro infinito tiempo universal

fuimos aquellos Padre y Madre originarios
descendiendo del Konkachila, Inti o Quilla

que en alas de Machu Pichu volando las alturas
acortaron las distancias por el aire hasta la tierra
y llegaron caminando
a la achatada altiplanicie de Payunia.


Cerros de piedra rodando arriba,
desde las Huayquerías del Tunuyán
a las altas montañas de Los Andes,

habrán escalado altas cumbres nuestra piernas.

Creciendo vegetales plenos de naturaleza,
sangres arteriales por la selva tropical del Urubamba,
amazónicos, en lluvias extenuantes,

contrapuestos equilibrios de humedades verdes
por todo el continente fue que fuimos sueños,

hasta llegar despertados arenales
en los secanos del Lavalle Huanacache.

Allí, tiembla mi recuerdo, se estremece mi memoria,
fuimos,

antes que el español llegara a esclavizarnos,
hace mas de cinco siglos fue que fuimos,
¡ se que los hemos sido! antiguos dioses huarpes.
Hermano Sol,
el Pinkanta Xumex en los granos del maíz dorado,

y Pukxu Aklla Chiz Axe, la doncella hermana,
navegándole en totoras
los puros cielos de las aguas lagunares.


Por cuerpos líquidos
nos extendimos longitudinales y en latitud abierta:

en el sur pehuenche como Gente de los Pinos,
y mucho más al sur, enhiesta Araucanía inconquistable,
rebeldía digna y fiera
contra todo invasor que del norte nos viniera.


Tan amerindios fortificados de quínoa y calabazas
en la ruta de los Incas,
desde Ollaytantambo a Los Tambillos,
por allá arriba en Uspallata,

como lento sendero de maíces
por abajo en el Valle de Huentata.

Y más al este, arena dorada en Altos Limpios.

De lo que alguna vez ya fuimos apenas esos recuerdos tengo.

Pero de Guanachache. ¡Ah! esa dulce Huan aca che.
Su cintura fue la extendida laguna
con que nos fecundáramos en patos y peces,
cernícalos o taguas,

y se hiciera nuestra mirada
verde de jarillas en las caras de mujeres,

fibras de junquillo multiplicando en hijos
la madre tierra que a todos hermanaba.



Katchina Hopi, arteriales Incas, de vena Azteca,
corazón de Huarpe o piel de Quichua,

desde luego, en todas formas fuimos americana sangre.

Pero en otros continentes,
también oriental suspiro de tenues miradas en Fujiyama,

nómadas e indómitos bereberes,
antiguas africanías de negro reluciente,

altiva y primigenia latitud en Kalahari ,
y en la Lisboa portuguesa
urbana melancolía entre sus calles.


En cualquiera de esos tiempos y lugares que recuerdo,
cuando recuerdo cómo eran sus ojos
o la mirada de los míos,

recuerdo que alguna vez fue que fuimos
lenguas escribiéndose fuegos
en la encendida piel de los deseos.

Brazos, manos, dedos abrazantes,
pensamientos compartidos.

El todo y las nadas,
pero siempre acompañándose de a pares.

Cuerpo y alma, cielo estrella,
agua barco, semilla y tierra…


Así hemos sido mucho antes de este presente ,
en el ahora que somos lo que somos.

Y a medida que nos pase el tiempo,
así nos seguirá sucediendo

con nuestra renacida conciencia de estar vivos.

Cada parte de nosotros,
el alma y otro poco de los brazos,

y otro tanto de las manos, epiteliales escribientes ,
como quiera que seamos,

como sea que hayamos sido,
como fuera que en distintas corporeidaes nos formáramos,

nos seguiremos acompañando siempre,
porque en tiempo humano

siempre seremos como ahora lo somos
y antes lo hemos sido:

un solo destino, un solo destino,
en dos cuerpos diferentes





jueves, 1 de enero de 2009

Dedicado a Lorena Jazmín Wolfman-Chavez, que nada mariposas por el cielo

Arena, fuego, aire o mar




De antillas verdes procedíamos insulares
aunque hoy estemos poblados de desiertos.
Siendo un poco arena y otro tanto río
en lagunas de los huarpes
hemos vuelto aquí para encontrarnos.

En la punta de los dedos nos veníamos trayendo
desde aquellos viejos tiempos que te cuento.

Desde aquel lejano entonces
una parte molecular de los antiguos cuerpos
alguna vez fue parte de nosotros y nosotros
parte hermana de las tierras y del aire
maíces y lagunas, del agua y de los fuegos.

Así como te digo fue que fuimos lunas
amarillos soles, verdes jarillales
delgados junquillos
pequeños granos de tierra
invisibles moléculas de agua...

En cualquiera de los reinos que estuvimos
siempre unidos fuimos esperando uno por el otro.
Vos y yo, mineral o vegetal, pero siempre juntos
hasta que ahora ya de humanos nuestros cuerpos...
¡Ah, pero ya de humanos nuestros cuerpos...!
Mis brazos recuerdan que te cercaron la cadera
casualmente azteca por Tenochtitlan
o simplemente lagunera,
por Llankanelo y Huanacache

Pero juntos.
Siempre juntos
arena y fuego,
aire o mar
como siempre, allá o acá,
habrán estado, estuvieron siempre
los lazos de mis dedos
anudando sobre tu cuerpo
estas geografías y deseos.




( extractado de Geografías del Fuego en Huanacache)

Datos personales

Mi foto
Maestro por equivocación, jubilado de la docencia pero no de los aprendizajes, escribidor de textos y poesías, escapador cuando puedo de las alienaciones del System, prisionero de los afectos, esclavo de la honestidad, temeroso usuario de la palabra, contestatario cuando puedo y a veces quiero, especialmente vinófilo de los Rojos de Perdriel, salvo cuando "el agua brota pura y cristalina de la madre tierra", vividor consuetudinario y con suertes extraordinarias. Creo que todavía estoy vivo.En la primavera del 2.010 se me murió la poesía junto con unos cuantos pedacitos de corazón. Pero he vuelto, "cantando al sol como las cigarras", a sobrevivirme.

Así como soy

Así como soy