De lunas y en soles embriagados
Puede sucedernos la próxima semana,
en el presente de un día cualquiera,
en la hora infinita que pasó esta mañana,
en este preciso segundo del ahora mismo.
Pasajeras circunstancias,
los imprescindibles contextos que siempre urgen
apurando circunstancias, querrán impedirnos
festejar los momentos que hacen adolescentes
nuestras manos y viñedos nuestros cuerpos.
Si eso nos sucediera, deberemos recordarnos.
Saber que de antiguas uvas y senderos
hemos heredado los sabores, los mordiscos y caricias
los pétalos y las risas, las mañanas,
una tarde y los quizás, y pasar el día
sonriendo junto a las bocas, bebernos el ahora
y los después, los meses y semanas precedentes.
Los futuros de luctuoso proceder certificante.
Besarnos profundamente.
Tanto
que todo el tiempo de los tiempos esté contenido
en ese abrazo tan único que estaríamos existiendo
y por el cual,
nuestros ojos
las infinitas longitudes del mar
Agradecer luego la arena del desierto
que hizo laguna con nosotros.
El te quiero profundo
imaginado para siempre, aunque pueda haber durado
tan sólo un día, unas pocas horas compartidas.
Pero, si a pesar de las precauciones
nos sucediera un día en que el día
estaría terminando y las sombras de la noche
nos apretaran con sus pesares
más que el amor mismo del sol que nos tenemos,
igual deberíamos
pero más, peromucho más, por el de este día
en que estamos vivos y viviendo,
porque el del mañana, ese sí,
no sabremos si vendrá.
Imaginaremos así que somos dueños de toda realidad.
En ese instante preciso, sublime poder sobre la materia
deberemos imprescindible y urgentemente
continuarnos el amor y los deseos.
Recién entonces habremos aprendido
lo importante de vivir sin desperdiciar una sola caricia,
recuperado el lenguaje total de los gestos
y en un abrazo profundo
de lunas y en soles embriagados,
en silencio,
reescribirnos cada letra de la piel,
cada sílaba de los cuerpos, eliminando sin dolor
las pasajeras circunstancias, los prescindibles contextos