"manzanas", óleo sobre lienzo de Segundo Aponte Ipanaque-Perú-2.008
Sospecho que el verano terminará de todos modos.
Habiendo padecido ropas como cardos desflecados
sin ellas y sin tiempo, contemplándote desnuda
quisiera que de nuevo originarios recordemos
el encuentro profundo de los cuerpos.
Rehacer las urdimbres milenarias que trenzamos
en aquellos instantes irrepetibles de Payún Matrú
Pehuenché valle o Laguna del Diamante
gritándole a tu cuerpo, y a la suma de los vientos
soy el geómetra más desquiciado
y el menos poeta que hay entre otros muchos
pero más, pero mucho más soy entre los menos
que enamorados como yo
hayan podido declararte tan exacta
la curva de la luna llena que habita en tu cadera.
Nadie como yo redondeando tu cintura podrá sentir
como yo lo siento ahora, que te llegarán los hijos
en la quietud de la madera.
Quien como yo si no, podrá, extendiéndote los brazos
abrírtelos en tan abiertos ventanales sin cristal
que trasluzcan hacia afuera este vuelo de ternuras
en alas de mariposas, en plumas de los cóndores
sobre el agua quieta en las lagunas
con el calor de antiguos soles.
Si en el pasado de mi presente fuiste la única mujer
que pudo convertir mis miedos atávicos de alturas
en vuelos ávidos de montañas
en el futuro de tu presente
no habrá quién pueda como yo
circundar en músicas tu cintura de laguna
cada mañana de domingos.
En mañanas de domingos cinco notas en los siqus
ocarinas melancólicas, tarcas ceremoniales
encrespados moseños de epitelios con tantos silencios
como ecos rebotando los sonidos profundos
a pesar de las distancias, de los miedos
de las torpes cantidades que tuviste
de mi absurda necesidad de predecirnos el futuro.
Entre las cañas laguneras de este único verano
navegando las frágiles barcas de totoras
aquellos miedos que tuvimos seguirán estando.
Pero también los fuegos incendiando las jarillas
Nuestras lenguas seguirán siendo musicales en el aire
en el viento extranjero del simún
en el cálido zonda americano.
Tus voces y las mías seguirán proclamándole festejos
al cántaro de barro humedecido y femenino
que fue tu vientre con la luna por febrero.
Y si alguna vez nos desencontramos materiales
sabremos que seremos permanentemente renacidos
de los cuerpos a las frutas en cualquier estación del año.
En cualquier altura de montaña o llano de secano
podremos decirnos como siempre nos dijimos
hoy seré manzana, mañana tal vez sea durazno
pero siempre alfareros de vendimias
pero siempre amautas del deseo.
Vos la más ternura que haya existido en las lagunas
y ambos de arena y algarrobo, de luna, soles y jarillas
la más apasionada, dulce y humana geografía.
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